Esta semana hemos retomado lo que
hicimos la semana anterior. Hemos continuado con el dibujo del rostro, considerándolo
como un paisaje y dibujando con maraña.
Hemos tratado de buscar nuevas
intenciones, nuevos cambios; nuevos intentos de representación, primero con
nosotros mismos, palpando cada milímetro de la cara con las manos y
posteriormente con un compañero (Irene Campo y yo).
En mi caso, he intentado volcar la clase en una
serie de intenciones y sensaciones que podrían resumirse en: el rostro como
paisaje, la topografía facial como si fueran curvas de nivel, las intensidades
y texturas de la piel, las pendientes generadas en el rostro, las profundidades
y las luces y sombras que se generaban en el aula. Los trazos que se ven corresponden a grosores y a presiones distintas, como si de capas de tejido se tratasen...
Ha sido una experiencia muy
interesante que creo que aun (en mi caso) puede dar mucho más de sí y avanzar
hasta trazos muchos más libres llenos de significado…
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